Los 4 Fantásticos: la segunda parte será mejor
No llega al nivel de X-Men o Spiderman, pero para tomar palomitas con aire acondicionado y disfrutar de aventuras con superpoderes no está mal.
Pablo J. Ginés Rodríguez

 

Regular

        En los últimos cinco años disfrutamos de una oleada de películas de superhéroes. No todas han triunfado: Hulk, Daredevil, Catwoman y Elektra, por ejemplo, pincharon en taquillas –en comparación con otras, al menos– y desde luego eran productos confusos, sin trama ni guión y algunas veces pretenciosos. En cambio, ha habido historias que han conquistado el corazón del público: las dos de X-Men, las dos de Spiderman y ahora un nuevo Batman, todas ellas más allá de la pirotecnia SFX y los supermamporros.

        Los Cuatro Fantásticos se queda a mitad de camino entre unas y otras. Es un buen producto para disfrutar de las palomitas y el aire acondicionado, la acción no es mala, los efectos especiales tampoco y el guión no seduce ni maravilla pero tiene su gracia. La clave de las películas de superhéroes que funcionan está en las motivaciones de los héroes, sus retos y su relación con el mundo que les rodea y, en el caso de los supergrupos, con su relación entre ellos.

        Aunque Stan Lee y Jack Kirby diseñaron a Los 4 Fantásticos en 1961, antes que Spiderman, o X-Men, sólo ahora tienen su película: es más fácil representar superfuerza y vuelo que el poder elástico de Mister Fantástico, por ejemplo.

        El director Tim Story, autor de productos que mejor olvidaríamos, como la espantosa Taxi, demuestra que puede contar una historia con personajes. Una buena decisión ha sido usar actores para los 4 héroes, incluso para La Cosa, en vez de recurrir a un personaje animado por ordenador. El actor Michael Chiklis sabe expresar con sus ojos el dolor y la ternura características de La Cosa, un héroe gruñón, herido, abandonado por su novia cuando el accidente cósmico le convierte en un monstruo rocoso.

La segunda promete

        Jessica Alba, teñida de rubio, consigue tranquilizar a los fans y cumplir como una Mujer Invisible de carácter más duro que en los primeros cómics. La actriz, que tiene siempre una cláusula en los contratos por la que se niega a hacer desnudos, está encantada y con ganas de seguir en la saga. En el papel del Doctor Muerte está Julian McMahon, que interpreta un papel demasiado parecido al que le tenemos visto en la serie de las Embrujadas: tío duro tendiendo a demoníaco que según la escena cambia de una a otra expresión. La historia de amor de Von Muerte con Sue Storm no acaba de encajar ni por guión ni por el trabajo de los actores. Chris Evans cumple muy bien en su papel del joven y gamberro Johnny Storm: no es fácil expresar al mismo tiempo compromiso e irresponsabilidad. Y Ioan Gruffud (algunos lo recordarán de El Rey Arturo) sabe expresar la inseguridad emocional del líder, Reed Richards.

        Los 4 Fantásticos enseguida son aceptados por el gran público: no tendrán que esconderse como el arácnido Spidey ni los héroes mutantes del profesor Xavier. Incluso se permiten dar fiestas. Si los mutantes conviven en la escuela del Profesor Xavier para formarse (son estudiantes) o para refugiarse de la humanidad que les persigue, Los 4 Fantásticos son una comunidad de vida, que comparten hogar y compromiso. Algunos de los mejores momentos –como en X-Men– los tenemos cuando los héroes aplican sus superpoderes a la vida cotidiana: ¡cuando alguien te pilla en la ducha sin avisar es bueno poder volverse invisible!

        A menudo la primera película de una saga es la más difícil: hay que explicar cómo los héroes adquieren los poderes, hay que presentar un malvado y justificar los poderes suyos, hay que establecer como se reúne el grupo y luego hay que plasmar el enfrentamiento. Lo hemos visto en Spiderman y en X-Men: la segunda entrega es mejor, más jugosa, más disfrutable que la primera. Seamos condescendientes con Los Cuatro Fantásticos: esperemos la siguiente historia.