Entrevista con su compositor, John Debney.
 
«La Pasión de Cristo» se transforma en sinfonía: preestreno en Roma
John Debney, el compositor de la banda sonora de la película «La Pasión de Cristo» –dirigida por Mel Gibson–, amplió su partitura original a una sinfonía para coro y orquesta de cuya interpretación fue testigo el miércoles la ciudad de Roma.
Californiano de 39 años, Debney es autor de las partituras que acompañan numerosas películas, como «Superman» de John Williams o «Spiderman 2».
El preestreno mundial de la sinfonía se confió en el «Auditorium» de la ciudad eterna a la ejecución de la orquesta y coro de Santa Cecilia –de Roma–, con la participación de Lisbeth Scott y Pedro Estache como solistas.
A espaldas de unos 150 músicos, más las voces, se proyectaron representaciones de la Pasión elegidas de la historia del arte de todos los tiempos: de Giotto a Tintoretto, de Fray Angelico a Mantegna. Entre el público se encontraba el arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
ROMA, domingo, 10 julio 2005 (ZENIT.org)
 


¿Podría darnos una idea de lo que oiremos aquí en Roma? ¿Hay alguna diferencia entre la sinfonía y la banda sonora de la película?

        Sí. Ciertamente toda esta idea empezó cuando estaba componiendo la música para la película con Mel Gibson y pensé que sería bello escribir una obra mayor, nueva, que se basara en algunos de los temas que compuse para la cinta, pero añadiendo otros.

        Lo que decidí fue que podría intentar relatar la historia de la Pasión, que en muchas tradiciones cristianas, en forma especial en la católica, está ejemplificada por las Estaciones de la Cruz. Mi sinfonía se compone de un prólogo ambientado en el Huerto de Getsemaní. Después tenemos siete movimientos que contienen dos Estaciones cada uno. O sea, un total de siete movimientos representando las 14 Estaciones.

        Tras los siete movimientos hay un epílogo con la Resurrección, que obviamente no forma parte de las tradicionales Estaciones. De esta manera quise escribir una obra que abarcara verdaderamente toda la historia que está detrás de la Pasión de Cristo.

¿Cómo cuenta esta historia a través de su música?

        Bueno, deseaba también hablar de las demás ideas principales que están detrás de cada Estación, de ideales universales como el amor, la misericordia, la fe, el sacrificio, la caridad.

        Se trata de una obra cristiana que, creo, subraya el mensaje de bondad y sacrificio de sí mismo de Cristo. Esta es la idea global que subyace en la sinfonía.

        Y lo maravilloso es que no sólo se puede oír esta música, sino que se pueden también ver extraordinarias imágenes que iluminan momentos o personajes de la película y que también representan algunas de las mayores obras de arte de todos los tiempos sobre el tema.

La película utiliza una gama de sonidos únicos y ritmos que denotan no sólo estos sentimientos, sino también el lugar y el tiempo. ¿También los encontramos en la sinfonía?

        Hay mucha música en la película, así que también decidí utilizar algunos maravillosos instrumentos procedentes de todo el mundo, como el duduk, un antiguo instrumento armenio que utilicé mucho para la película. Es también una bendición tener con nosotros aquí en Roma a Lisbeth Scott, una de las solistas de la película. Es suya la voz de las escenas retrospectivas en las que María recuerda a Jesús aún niño, como muchos espectadores se acordarán.

        A nivel personal es apasionante, porque tres o cuatro solistas han venido conmigo a Roma y porque he tenido la posibilidad de trabajar con una de las orquestas y uno de los coros más exquisitos del mundo.

Como compositor, ¿cómo describiría las texturas y los timbres de la música y cómo percibe que la música refleja los temas que usted busca presentar?

        La idea global de este tipo de partitura tuvo inicio con Mel Gibson y con su intención de crear una experiencia universal. Ello quiere decir obviamente que la película tiene la capacidad de hablar a quienes son de fe cristiana y también a quienes puedan estar simplemente interesados en ver una historia de la Escritura.

        La partitura debía realmente reflejar cualquier área o influencia cultural del mundo. Ésta es la razón por la que concluye como lo hace, como si empleara realmente las diferentes variedades de instrumentos y colores procedentes de todo el mundo.

        Pero no es todo; como dije antes, queríamos incluir instrumentos antiguos, como los tambores Taiko o las numerosas flautas procedentes de esa tierra de hace dos mil años. Y creo que lo que las influencias étnicas y multiculturales hacen es transportar al oyente en este mundo de dos mil años atrás. Mel solía decir: «Quiero que logréis saborear el polvo en vuestra boca, que saboreéis Jerusalén y todo los distintos ambientes y las calles de hace dos mil años».

        Creo de verdad que el oyente será capaz de hacer un viaje hacia atrás percibiendo el sonido de luto del duduk o de una flauta naj o de un solista. Algunos instrumentos representan personajes, como por ejemplo el erhu chino para satanás o el mal.

        Utilizo también tres lenguas en la sinfonía –arameo antiguo, latín e italiano–, elegidas por razones muy específicas. Así que hasta con las lenguas se superan los confines culturales.

Es evidente que ha tenido que afrontar un enorme desafío en la composición de esta obra. ¿Cuál es su perspectiva en conjunto de este proceso creativo? ¿Experimentó el sentido de lo sagrado?

        Para mí hacer esta película fue verdaderamente un don del Cielo, puesto que soy católico desde que nací. Así que por alguna razón siento también que componer la sinfonía fue otro gran don. Lo considero como un personal acto de fe.

        Traté la composición de la sinfonía y de la partidura de la película en esta perspectiva de fe. Es algo muy personal. Espero que la gente se conmueva profundamente al oírla. Espero que piensen en la posibilidad de Dios.

En la música usted refleja sentimientos poderosos. Como famoso compositor con una larga filmografía a sus espaldas –más de cuarenta películas, de comedia a tragedia–, ¿qué ha habido de especial en la experiencia de escribir la música de «La Pasión de Cristo» y ahora esta en sinfonía?

        Mi objetivo es siempre ayudar a contar la historia de una película, y trabajar al lado de Mel Gibson ha sido para mí un viaje maravilloso, increíble y difícil al mismo tiempo, junto a todas las circunstancias que se pueden imaginar en un recorrido semejante. Así que cuando empecé a escribir esta sinfonía todos esos sentimientos volvieron y fue parecido.

        He escrito notas que acompañan la sinfonía y que hacen referencia a mi propio viaje espiritual, espero que las personas la oigan y consideren la existencia de Dios, sean o no creyentes; que puedan reflexionar sobre el hecho de que existe algo más allá de este mundo físico.

        Creo que la gente percibirá en la sinfonía una música profundamente conmovedora, a ratos intensamente vigorosa, en momentos extremadamente edificante, pero también tremendamente triste. Nosotros, como creyentes, conocemos el final de esta historia y esta es la nota gozosa con la que termina, como mencioné antes.

¿Qué tipo de estudio tuvo que hacer en la composición de esta obra?

        Cuando se me adjudicó la película tuve que realizar enseguida un estudio muy rápido. Y puedo afirmar que no existe mucha música de aquel período. Hay fragmentos y piezas de música litúrgica de diferentes tradiciones folclóricas de entonces. Mientras escribía tanto la partitura como la sinfonía no sabía con certeza qué saldría. Era como si tuviera que moverme sin mapa.

        Sabía que tenía que ser fiel a cada Estación de la Cruz y conducir al oyente en este viaje.
Además, aunque pueda sonar un poco raro en muchos ambientes, debo admitir que mi estudio lo dejé en manos de Dios. No hice más que dejarme conducir por el Espíritu. En muchas ocasiones acababa de componer un movimiento, me marchaba un par de días, regresaba ¡y no lograba acordarme de que lo había escrito!

        La experiencia única en esta película no es la música, sino el espíritu que está detrás. Creo que está verdaderamente Dios detrás de todo ello y en el hecho de que haya logrado escribir alguna buena nota. El estudio fue reemplazado por la oración interior, así como por la esperanza y la confianza en que las cosas irían por la dirección justa.

¿Así que la fe tuvo un papel significativo en la composición de la obra?

        Sí. La impronta de Dios está en todo esto, en mi modesta opinión. No fui yo. Se trata de esa extraña desconexión que un artista experimenta cuando usa sus talentos para glorificar al que se los dio. Por ejemplo, puede que un gran pintor se sitúe ante su caballete al final de un trabajo y se dé cuenta de que sus manos no estaban solas en la creación de su obra.

        Mi intención es sólo sacar esto al mundo y si conmueve a la gente estaré ilusionadísimo. No quiero nada más. Es una aventura no lucrativa.

        Estoy contento de haberlo llevado a término y me siento a la vez honrado y lleno de humildad, porque he percibido al Espíritu Santo a través de este viaje en mi vida.

¿Se interpretará la sinfonía en otras ciudades aparte de Roma?

        Espero que sí. Hemos tenido muchas peticiones, aunque aún no la hemos concretado; ha corrido la voz. Mi sueño sería que la obra fuera a cada rincón del mundo, francamente.

        Para todos, conozcan o no a Dios, espero que pueda ser una fuente de inspiración de algún tipo y que sea una forma de invitación permanente.

        Después de orar mucho e intensamente sobre cómo definir la sinfonía, me gustaría llamar mi sinfonía como una invitación.

        Es una invitación a la conversión. A considerar que hay más; contemplar a Dios como algo real y alguien que ama. Estas son cosas reales, concretas.

¿Le gustaría añadir algo?

        Me encanta hablar de la película, me encanta hablar de nuestra fe, de la música en general, y me gustaría invitar a todos... Oro para que esta obra pueda sencillamente difundir un mensaje de verdad y amor a través del sonido.

        Lo que hago está orientado a glorificarle a Él; el hecho de que siguiera dándome el talento a pesar de todas las vicisitudes, y las hubo, para que me despertara y escribiera estas notas es emocionante.