Las 10 películas "redentoras" del año pasado, según Christianity Today
El año 2004 no todo fueron "Mar Adentros" y "Mala educación": hubo al menos 10 películas que comunican "verdad, amor, gracia y redención". Esta es la lista de la revista Christianity Today.
Redentores, salvadores... los que se entregan por los demás y los rescatan de la muerte, al esclavitud, la indigencia. El 2004 produjo películas con esta figura y esta experiencia, historias de salvación que, según Christianity Today, "comunican verdad, amor, gracia y redención". Y las listan en orden alfabético inglés. Traducimos sus recomendaciones.
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Los increibles.
Hotel Ruanda.
El camello que llora
  America’s Heart and Soul, de Louis Schwartzberg
        La gloria de este film, un documental que no lo parece, es su simplicidad y su autenticidad. Cierto, el gurú cinematográfico Louis Schwartzberg hizo que pareciera bonito, pero es la gente –norteamericanos de cada día– quienes hacen que el sentimiento sea hermoso. En 25 escenas que perfilan a todo tipo de norteamericanos, encontramos a cualquiera, desde Thomas “Roudy” Roudebush, un trotamundos de Colorado que encontró una nueva vida después de dejar el alcoholismo; la tejedora de los Apalaches Minnie Yancey, de Kentucky, cuyo sencillo amor por las montañas se expresa con gracia poética; y Dick y Rick Hoyt, un padre sano y un hijo en silla de ruedas que corren triatlones juntos, una historia que os hará sonreír y llorar. Los últimos años –una guerra controvertida en Irak, una fea campaña presidencial– ya han producido cinismo suficiente sobre Estados Unidos. Pero este film es un buen recorrido a través de las cosas que señalan qué tiene de grande este país.

Descubriendo Nunca Jamás, de Marc Forster
        Los grandes narradores C.S. Lewis y J.R.R. Tolkien tenían una teoría: que los cuentos de hadas, al contrario que otro tipo de historias, apuntaban hacia cosas que sabemos pero aún no hemos experimentado. Nos dan el tipo de lenguaje elemental para explorar los misterios que Dios todavía no nos ha revelado. Por ejemplo, la vida tras la muerte. Descubriendo Nunca Jamás es un film remarcablemente hermoso sobre el autor de Peter Pan, J.M. Barrie, y cómo su ficción trajo consuelo a los niños de una viuda. Es una historia de seres humanos corrientes que encuentran sus propias expresiones para esas intuiciones de la gloria que Dios escribió en sus corazones. Johnny Depp ofrece una interpretación maravillosa y delicada como Barrie, y Kate Winslet resulta adorable en el papel de Sylvia Llewelyn, su amiga viuda. Es una relación hermosa, fiel a los hechos, que se mantiene platónica. Al final, niños y mayores reciben un destello de lo que yace más allá de la muerte para aquellos que tienen fe. Esta película puede que no llegue a los detalles de la salvación, pero va en la buena dirección.

Hotel Ruanda, de Terry George
        Algunos alaban esta película como la más “importante” del año, refiriéndose a que enseña a los espectadores occidentales cosas que necesitan saber, un fragmento de historia que pasó casi desapercibido, la matanza genocida de casi un millón de personas hace un año en Ruanda. Deberíamos ver esta película y meditar sobre el devastador precio mortal de la guerra civil entre los Hutus y los Tutsis. Deberíamos pensar cómo atender las necesidades de naciones en situaciones similares. Terry George ha destilado esta historia de horror en una magnífica narración, y el actor Don Cheadle le da vida, interpretando la historia asombrosa y verdadera de Paul Rusesabagina, quien arriesgó su vida para salvar a los residentes de su hotel de unos vecinos llevados por el odio asesino y el prejuicio. Como en La Lista de Schindler, es una historia para llorar. Pero también da inspiración. Nos recuerda como el mal tiende a crecer exponencialmente y lo vigilantes que debemos estar para resistirlo. Nos urge a mostrar compasión valiente, a equivocarnos en el lado del amor urgente en vez de titubear y pagar el precio.

Los Increíbles, de Brad Bird
        Si se trata películas redentoras de animación, Brad Bird lleva dos de dos. La primera fue El Gigante de Hierro, de 1999, con una figura claramente crística que da su vida literalmente para salvar el mundo. Bird revisita ese tema aquí con Mister Increíble, un exsuperhéroe que ahora simula ser un tipo vulgar, gordo, y encerrado en su cubículo llamado Bob Parr. Una serie de juicios han forzado a los superhéroes a reprimir sus poderes y vivir como gente normal. Bob, un vendedor de seguros con exceso de trabajo y estimado en poco, añora volver a ejercer sus poderes... y finalmente llega su oportunidad, cuando algo extraño surge en su camino. Para el público, es una aventura desternillante con un hombre que no sólo intenta salvar el mundo sino a su familia, incluyendo a dos superchavales que están más preocupados por el matrimonio de sus padres que por cualquier otra cosa. Sí, esta es sobre todo una película sobre los verdaderos valores familiares, un passé cliché que Bird consigue hacer increíblemente atractivo una vez más.

Los chicos del coro, de Christophe Barratier
        Es una vieja historia: chicos malos redimidos por un buen profesor que inspira en ellos grandeza. Querido profesor, Música del Corazón, La obra de Mr. Holland... todas ellas contaron antes esta historia. Pero el director Christophe Barratier resistió cualquier tentación de hacer la historia contemporánea, prefiriendo ubicarla en la Francia de la postguerra mundial. Filma al cálido y afable Gerard Jugnot en el papel de Clement Mathieu, nuevo profesor en una escuela de chicos delincuentes. Pero cuando Mathieu pone en marcha un coro, acompañado con dosis de humor liberal, paciencia y gracia, bien, digamos que los resultados son mágicos. ¿Ya dijimos lo de la gracia? Vale la pena repetirlo. En la austera escuela conocida por su disciplina estricta y sus políticas de tolerancia cero, los chicos no saben nada de esa cosa llamada “gracia”. Pero cuando Mathieu la ofrece una y otra vez, los chicos empiezan a entender la idea... y las vidas empiezan a cambiar.

La Pasión de Cristo, de Mel Gibson
        Una lista de las películas más redentoras del 2004 no podría estar completa sin la historia de la redención, ¿verdad? Puede que la película de Gibson no haya impresionado a los críticos, pero sí a los cristianos, que impactaron en la recaudación –y en Hollywood– haciendo que fuese la película más recaudadora –370 millones de dólares– de categoría R (extremadamente violenta). Jim Caviezel hace una desgarradora interpretación de Jesús; como cristiano, Caviezel desesperadamente intentó comunicar el amor sacrificial de Dios, y lo consiguió. Muchos críticos machacaron a la película por su excesiva violencia, y es difícil negárselo: es bastante sanguinolenta. Pero para Gibson, ésa era la cuestión. Él quería enfatizar el sacrificio de sangre, cada una de las gotas. El resultado no es de los que revuelve el estómago sino de los que seduce el corazón para la entrega; muchos cristianos terminaron la película con una mayor apreciación del sacrificio de Cristo y el amor redentor de Dios. Muchos también dijeron que ya nunca volverán a acercarse de la misma forma a la mesa de la comunión, conociendo mejor que nunca lo que Jesús quería decir con “este es Mi Cuerpo, entregado por vosotros”.

El Regreso, de Andrei Zvyagintsev
        Imagina esto: tú eres un chico adolescente que vuelves a casa tras un día típico y descubres que hay un extraño durmiendo en la sala de invitados de tu familia. Te informan, para tu asombro, de que ese hombre es tu padre. Eso es lo que les pasa a los dos hermanos de El Regreso. Un hombre silencioso, brusco, misterioso entra en sus vidas y se los lleva de viaje. Responde pocas de sus preguntas, les da órdenes, les castiga cuando se quejan, mantiene en secreto sus intenciones. ¿Suena esto a tu relación con tu padre? ¿Suena esto a tu relación con Dios? El Regreso es una parábola cinematográfica por excelencia. El director ruso Andrei Zvyagintsev hace un impactante debut con esta película, que tiene el sabor de un clásico de la literatura rusa, parece de la factura impresionante de un Andrei Tarkovsky y nos anima a buscar en el espíritu y la meditación como un capítulo del Decálogo de Krzysztof Kieslowski. Una película inolvidable y llena de suspense.

Spider-Man 2, de Sam Raimi
        En cierto sentido, esta película es La Pasión reducida con imaginería alegórica. Peter Parker atraviesa su propio Getsemaní: ¿realmente quiere vivir todo el sufrimiento de ser un salvador? Incluso hay un “demonio” (un doctor vestido de blanco) que tienta a Peter para que se rinda, lo deje todo y sea sólo un chico normal, y un “ángel consolador” (Lucas 22, 43) con la forma de una chica desgarbada en la puerta de al lado con leche y pastel de chocolate. Pero la imagen alegórica más fuerte viene cuando Spidey salva un tren enloquecido, estirando sus brazos en una posición de crucifixión, agujeros en sus muñecas y una herida en su costado. Cuando el tren se detiene, la cabeza de Spidey cae, el mentón sobre el pecho, sin vida. Los testigos llevan su cuerpo sobre sus cabezas hacia dentro del tren (¿una tumba?) y lo colocan suavemente sobre el suelo. ¿Está muerto?, pregunta alguien. Entonces Peter se levanta –“resucitado”– con más vidas que salvar y un demonio de 8 piernas (también conocido como Doctor Octopus) por derrotar.

La historia del camello que llora, de Byambasuren Davaa y Luigi Falorni
        Pocas cosas ganan nuestras simpatías como la visión de un cachorro abandonado. La historia del camello que llora fue hecha por unos cineastas del National Geographic que fueron al Desierto del Gobi y se quedaron con una familia que se aferra a los métodos tradicionales de criar ganado. Somos conducidos hacia el interior de la intimidad de esta familia, sus extraños rituales y ritmos culturales, su risa, sus sueños. Y cuando uno de sus camellos da a luz e inmediatamente rechaza la cría, sentimos su angustia cuando intentan hacer recapacitar a la tozuda madre. Aunque parte de la historia fue orquestada por los cineastas, la idea central era capturar un ritual que nos asombra: una práctica para sanar el abismo entre estos animales que es tan misteriosa como hermosa. Que nadie te cuente como acaba. Encontrarás una metáfora que sugiere el poder de la belleza y el arte para reorientarnos hacia la paz, el amor y unas relaciones adecuadas. No ha habido una película de reconciliación más emocionante en las pantallas del 2004.

Woman, Thou Art Loosed, de Michael Schultz
        Venganza. Es un tema popular en las películas de cada año. Nos encanta ver cómo igualamos el marcador con aquellos que nos han fastidiado. Pero Cristo ofrece una respuesta distinta. La película, que destaca el personaje del reverendo T.D. Jakes, se basa en sus experiencias como consejero de mujeres en prisión. Cuenta la historia de una joven que ha sido humillada gravemente muchas veces. Pero cuando su venganza –que todos los espectadores entenderán y con la que simpatizan– le lleva a prisión, el reverendo Jakes tendrá la oportunidad de ayudarla a encontrar lo que ha perdido de su vida. Kimberley Elise está memorable en su papel de alma que se hunde en la miseria, soledad y desesperación. Y la película, que rechaza ocultar realidades duras, de máxima violencia, destaca algunas verdades duras pero esenciales. En lo que se refiere a “películas cristianas”, ésta da un paso en la dirección correcta. Con interpretaciones fuertes, impactantes valores de producción y un guión creativo, muestra más que cuenta, y eso marca la diferencia.