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Con la actual facilidad de las comunicaciones y considerando cómo pueden influir las comunicaciones en el sentimiento de un pueblo o de poblaciones diferentes, se puede decir que éste es el riesgo. Por este motivo, el Papa advierte ante la potencia que hoy tiene la comunicación.
El Papa dice en su mensaje que para utilizar bien los medios de comunicación es necesaria la educación. De hecho, dice que la utilización de los medios favorece la comprensión, la colaboración, el respeto de las diferencias, la acogida recíproca. Por tanto, los medios de comunicación se convierten en un instrumento al servicio de la paz, al servicio de la promoción de la sociedad humana. El Papa pone el ejemplo de la movilización del mundo tras la tragedia del tsunami, constatando que, en tiempo real, en todo el mundo, se ha suscitado una campaña de solidaridad como hasta ahora nunca se había visto. Gracias a los medios de comunicación, y a su capacidad para transmitir las imágenes de una parte a otra del mundo.
El Papa dice, al hablar de la construcción de la paz, que la persona humana y la comunidad son el fin y la medida de los medios de comunicación. Por tanto, los comunicadores tienen que aplicar en su propia vida esos valores y comportamientos que están llamados a enseñar a los demás. El comunicador no es sólo uno que ejerce su trabajo, sino alguien que «vive» su trabajo. Como comunicador, transmite una visión y, por tanto, se convierte en testigo. Debe ser testigo de valores que sean buenos para la sociedad.
El Papa, en su mensaje, propone a Cristo, la Palabra hecha carne. Dios que sale al encuentro de la humanidad y que la asume. El Verbo de Dios, al hacerse carne, estableció un pacto nuevo entre Dios y la humanidad. Esta manera de comunicar de Cristo se convierte en el ejemplo y en el modelo para la comunicación. Esto también se aplica a la realidad de hoy, en la búsqueda de la paz en un mundo sembrado de conflictos.
Muchas veces el Papa ha recordado que, cuando no nos conocemos, tenemos miedo del otro. Lo vemos a nivel ecuménico entre los cristianos, a nivel de culturas diferentes entre el cristianismo y las demás religiones. No nos conocemos, vivimos de ignorancia, de prejuicios, me atrevería incluso a decir de odio, alimentado durante siglos y siglos. Los medios de comunicación aumentan los contactos y pueden permitir el conocimiento recíproco. En la medida en que nos conocemos, nos damos cuenta de que el otro no es necesariamente una amenaza, sino que su diferencia puede constituir una riqueza.
Es una invitación a una gran libertad interior, a no dejarse llevar por el mecanismo del sensacionalismo. Somos sumamente sensibles a lo que impacta, a lo que suscita sensibilidad, muchas veces morbosa. Vencer al mal con el bien significa vencer la esclavitud del audience, del share, para presentar el bien. Y vemos que, cuando se comunican valores, cuando se dan noticias con este espíritu positivo, también se da una respuesta por parte de los lectores, de los espectadores. | ||
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