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P.
¿Por qué ese título?
Porque el ser humano se ve a sí mismo como un náufrago
cuando es acosado por el sufrimiento y por la pregunta sobre el
sentido de la vida. En medio de esa inseguridad, la referencia
a Dios es inevitable, tanto si se afirma su existencia como si
se niega.
P.
¿Habla usted de "náufragos" concretos?
— Sí. He seleccionado a casi una treintena de famosos,
en su mayoría novelistas, poetas, filósofos y periodistas
del siglo XX. Y los he dividido en dos grupos: ateos y agnósticos
por una parte, creyentes por otra. En el primer grupo hay autores
como Borges, Camus o Nietzsche. En el segundo, donde casi todos
son conversos, podemos encontrar a Pascal, Chesterton, Dostoievski
o Ana Frank.
P.
¿Se puede pensar que Dios es un Padre bueno, a la vista
del holocausto, las dos guerras mundiales o el atentado contra
las torres gemelas o el conflicto entre judíos y palestinos?
— El escándalo del mal, en concreto el sufrimiento de los
inocentes, parece el argumento más fuerte contra Dios,
pero también es uno de los más importantes a su
favor: si Dios no explica ese misterio —se ha dicho— no lo explicará
nadie. Añado que estamos ante el punto común a todos
los autores analizados en Dios y los náufragos, aunque
tiene especial relevancia en Camus, Sábato, Steiner, Wiesel,
Ana Frank, Dostoiewski, C. S. Lewis y Messori.
P.
¿Qué queda de la muerte de Dios, profetizada por
Nietzsche?
— Queda el hecho indudable de la muerte de Nietzsche, pero también
queda su negación de Dios y su apología del hedonismo,
que han calado a fondo en importantes ámbitos de Occidente.
P.
¿Se puede ser inteligente y creer en Dios?
— Depende de lo que entendamos por inteligencia. Pitágoras,
Newton, Einstein o Galileo se hubieran quedado estupefactos ante
semejante pregunta, pues Dios casi les parecía evidente.
Pascal hubiera respondido que sólo concibe dos tipos de
personas inteligentes: las que aman a Dios de todo corazón
porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón
porque no le conocen.
P.
Sin embargo, hay científicos famosos que son ateos...
— Conocemos científicos que han negado la existencia de
Dios desde los primeros balbuceos de la ciencia, en tiempos de
Pericles. Sin embargo, son mayoría los que vislumbran a
Dios a traves de la grandiosidad del universo en su conjunto y
de la complejidad de una célula viva o un átomo.
Así lo constata, por ejemplo, Fernández-Rañada
en su libro Los científicos y Dios.
P.
Creo que alguno de los investigadores de Atapuerca concluye, desde
un materialismo estricto, que el origen de la vida y del hombre
es fruto del azar.
— A ese planteamiento, que fue también el de los griegos
Leucipo y Demócrito, hace más de dos mil años,
responde C. S. Lewis, uno de los escritores de Dios y los náufragos.
Lewis, ateo y materialista hasta los treinta años, advertirá
que, si la vida y el hombre son frutos del azar, los pensamientos
humanos serán subproductos accidentales, también
los pensamientos de los científicos materialistas. De ser
así, ¿por qué habríamos de creer que
son verdaderos?
P.
¿Es Dios, como pensaba Dostoievski, el gran problema del
hombre?
— Pienso que es, a la vez, el gran problema y la gran solución.
De todas formas, cuando hablamos de Dios no nos referimos exactamente
a un tema o a un problema, sino a una Persona: al Ser que ha causado
y sostiene la existencia y la vida de todo lo que existe.
P.
¿A quién se dirige este libro?
— El tema es propio de asignaturas como Ética y Filosofía,
materias que imparto desde hace muchos años, pero la pregunta
sobre Dios y el sentido de la vida es universal. Quizá,
al presentar a los autores escogidos por medio de textos autobiográficos
especialmente brillantes, el libro resulte interesante y objetivo
al gran público.
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