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-Si se piensa en frío, eso, asesino en serie, es lo que era cuando practicaba abortos. Claro que entonces no me hubiera definido así.
-Como alguien que estaba convencido de que lo que hacía era por el bien de las mujeres. Por eso no me siento culpable, lo que no significa que no esté arrepentido.
-La satisfacción por el trabajo bien hecho. Es decir, algo parecido a lo que el jerarca nazi Adolf Eichmann cuando veía los trenes cargados de judíos partir hacia los campos de concentración.
-Yo hablaría de Providencia. Por primera vez, podíamos ver el feto humano, crear un vínculo con él y quererlo.
-Por motivos que consideraba justificados, como la violación o el incesto. Pero las tensiones morales iban creciendo hasta hacerse insoportables.
-Año en que realicé mi último aborto. Me convencí de que, fueran cuales fuesen las circunstancias, se trataba de un crimen.
-Fue un momento muy difícil. Estaba completamente emocionado. Y después cayó esa fría agua purificadora sobre mí, y voces suaves, y un inexpresable sentimiento de paz.
-Por una sencilla razón: era la más firme opositora al aborto, la más decidida defensora del no nacido. Nuestro modus operandi era achacarle cada muerte producida por abortos caseros.
-Durante un tiempo probé toda suerte de remedios seculares: alcohol, barbitúricos, libros de autoayuda y, por supuesto, psicoanálisis.
-También están los autores a los que leí durante mi proceso de conversión: Gilman, Merton, Muggeridge, Stern, Newman
-Empecé a ir a marchas contra el aborto organizadas por católicos y protestantes. Me conmovió la intensidad espiritual de los manifestantes, siempre animosos a pesar del ambiente hostil.
-De que una gran cantidad de ellos habían rezado por mí, estaban rezando por mí.
-Empecé a considerar seriamente el tema de Dios.
-Ese hombre santo.
-Su cabeza era un tesoro nacional. | |||||
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