Arantza Quiroga, presidenta de la Cámara vasca
Arantza Quiroga: “Nuestra única opción es respetar la vida del embrión”
En claro contraste con el PNV, la presidenta del Parlamento vasco dice que “no se puede dar credibilidad a quienes intentan cosificar la vida humana”
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Diego Martínez Caro

        “Permitir la realización de cien o mil nuevos proyectos de vida es siempre preferible a arrepentirnos de truncar ilegítimamente uno solo de ellos”. Con estas palabras sentencia Arantza Quiroga, presidenta del Parlamento vasco, un artículo de opinión publicado en el diario El País el pasado 28 de noviembre.

        El contenido de ese artículo contrasta con la decisión del Partido Nacionalista Vasco (PNV) de posicionarse a favor de la propuesta de reforma de la ley del aborto que el Gobierno quiere llevar a cabo contra viento y marea.

        Cabe recordar que esa apuesta del PNV por el aborto le está saliendo cara, ya que afiliados y simpatizantes han advertido que no votarán al partido. La decisión ha sido, además, criticada duramente por diferentes entidades.

        Sin ir más lejos, el presidente de la asociación E-Cristians, Josep Miró i Ardévol, recuerda al PNV el “carácter radicalmente eugenésico de la ley del aborto”.

El ‘católico’ Bono

        Volviendo al artículo de Arantza Quiroga, la presidenta de la Cámara vasca critica al presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, por un escrito suyo en el que, “luego de un sorprendente esfuerzo de acrobacia argumentativa”, “concluye considerando a la vida humana como un simple elemento más de ponderación en la ecuación política”.

        “Buscando soslayar el dilema que le supone como católico votar a favor de este proyecto de ley, dice que en virtud de la encíclica Evangelium Vitae un parlamentario creyente puede apoyar ‘propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley (aborto) y disminuir así los efectos negativos’, hipótesis en que supuestamente encajaría esa iniciativa legislativa”, añade Quiroga.

        “Olvidó quizás mencionar que, de acuerdo con el propio texto de la misma encíclica, dicha excepción se aplica sólo en los ‘casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados’”, le recuerda.

        Sin embargo, “en este supuesto no encaja una normativa que amplía ‘las garantías jurídicas de mujeres que deciden interrumpir su embarazo’ y que permite a menores de edad abortar sin que medie la autorización de sus padres”, denuncia la también miembro del PP en el País Vasco.

Dignidad de la vida humana

        Arantza Quiroga considera incomprensible que se pueda “aceptar la posibilidad de acabar con la vida del embrión hasta las 14 semanas de embarazo, o cuando éste presentase ‘anomalías’”.

        “Para que esto resulte incongruente, no hace falta ostentar credo religioso alguno, sino sólo aceptar la fórmula básica de nuestro teorema constitucional, la inviolabilidad absoluta e irrenunciable dignidad de la vida humana”, señala.

        “Desde el momento en que hablamos de vidas humanas, no hay relativismos”, “ni se trata tampoco de la innegable libertad de la mujer sobre su propio cuerpo, sino de la obligación que tenemos todos de proteger la vida de un individuo”.

        “¿Es acaso esa vida menos digna por encontrarse en un periodo más temprano de desarrollo?, se pregunta.

“Cosificar la vida humana”

        Si el embrión es una vida humana digna de protección, “si tenemos a una persona desde el primer momento, entonces los dilemas quedan zanjados”.

        “Yo estoy convencida de que hay una persona desde el momento de la concepción, pero presumo buena fe en quienes piensan distinto, porque sé que hay algo que tenemos en común la mayoría de quienes tomamos parte en ese debate: el respeto inapelable a la vida humana”, afirma.

        “Lo que no se puede es dar credibilidad a quienes, aun a pesar de reconocer el carácter humano de un embrión, y por tanto digno, intentan cosificar la vida humana. Esto transgrede los parámetros básicos de la lógica constitucional”, añade.

        “En todo caso”, concluye en referencia a los interrogantes abiertos sobre el carácter humano del embrión, “hasta que se disipen completamente, nuestra única opción es respetar la vida del embrión”.