La caja negra del aborto

El aborto es como una gran caja negra: se ve a la mujer que entra y a la que sale, pero se mantiene en las tinieblas de la censura todo lo que ocurre dentro. Para empezar se oscurece la propia etimología:

Josep Miró i Ardèvol
La píldora del día siguiente: aspectos farmacológicos, éticos y jurídicos
José López Guzmán y Ángela Aparisi

 

 

 

 

Con la mentira por delante

        Si se analiza con objetividad el problema, se observa que el aborto nunca es un hecho aislado sino que casi siempre va acompañado de otra serie de trastornos de conductas importantes, que suponen un deterioro grande en la vida personal, familiar y social, y que nunca son estudiados y por consiguiente jamás se tratan. En muchos casos se ignora que el aborto presenta una situación previa de falta de autoestima y de inseguridad por parte de la mujer. Al contrario, se trata el embarazo como patología y se prescinde de la patología que conduce al aborto. Se han invertido los términos de lo que la racionalidad científica establece: lo normal es parir y lo traumático es abortar. Entonces ¿qué empuja a las mujeres a tal trauma? No ya la respuesta sino la propia pregunta están condenadas dentro de la caja negra. La depresión, la ansiedad y la pérdida de lívido son síndromes presentes de manera mayoritaria, pero ningún protocolo de la sanidad española conduce a considerarlos, como se ignora en España la casuística entre aborto y ruptura matrimonial o de la pareja.

        En este estado lo que precisan la mayoría de mujeres es acompañamiento, afecto, apoyo y atención, pero solo encuentran una ruptura traumática, artificial, de su embarazo, practicada en unas pocas horas. La mujer después de abortar se encuentra más sola que nunca, con –en muchos casos– un interrogante que la erosiona: ¿he hecho bien? Ninguna atención medica, ningún acompañamiento estará a su lado después de haber pagado a la clínica, donde generalmente habrá permanecido medio día como mucho. Por esta razón, los abortos tienen consecuencias negativas no sólo para la propia mujer sino también para su familia, y ello explica la mayor frecuencia de divorcios y rupturas, entre otros tipos de conflictos.

         Pero es que el sistema no está concebido para ayudar a la mujer, sino para promover el aborto porque se ha convertido en una de las señas de identidad de la postizquierda.

         El procedimiento de las clínicas es simple: "traiga su dinero y venga". Y una vez alli se trata de trivializar el hecho: "¿Es un bebito?" Les responden: "No, sólo un producto de la concepción (un coágulo sanguíneo o una formación de tejidos)". "¿Me dolerá?" "No, usted sentirá una sensación leve de contracciones o calambres". La mayoría de las mujeres han sufrido dolores y se sobreponen, así es que creen que este procedimiento no debe ser demasiado doloroso. ¡Sin embargo, el aborto puede serlo y mucho!, y arriesgado para la salud psíquica de la madre, incluso desde el punto de vista estrictamente físico. Pero nada de ello le es explicado. Los riesgos por insuficiente capacidad de coagulación, la presencia de hematuria, son posibilidades nada extrañas sobre las que la mujer debería ser advertida. Obviamente y dentro de la lógica del bussines de las clínicas privadas, no es el caso. Por otra parte, la posibilidad de que la práctica del aborto express se vea complicada por otras dolencias previas que los médicos abortistas desconocen, porque para nada utilizan el historial clínico, debería alertar todavía más sobre las condiciones en que se desarrolla la práctica del aborto en España.

De lo que no se habla

         El último fallecimiento conocido fue en el año 2008. Una mujer de 30 años falleció tras ingresar en la clínica El Bosque de Madrid. La paciente entró en parada cardiorrespiratoria durante la fase exploratoria previa al aborto. Los hechos ocurrieron el mismo día en que se había programado su práctica, el martes, 13 de enero, aunque la mujer había ingresado 24 horas antes en el centro, uno de los cuatro acreditados para la interrupción del embarazo en Madrid. El aborto era de los considerados 'de alto riesgo' dado que la mujer se encontraba en la 21 semanas, pero a pesar de ello la clínica no solicitó los antecedentes médicos. Se da la circunstancia de que la clínica El Bosque fue investigada por supuestas irregularidades practicadas en los abortos, el caso está pendiente del pronunciamiento de los juzgados.

         Pero no se trata solo de riesgos o secuelas físicas, también se ocultan de manera sistemática los riesgos psíquicos que con gran frecuencia van aparejados al aborto.

         El último estudio sobre este tema del British Journal of Psychiatry confirma lo que muchos ya pensaban: abortar supone un aumento de riesgo de trastorno psíquico, es decir, el 'síndrome post-aborto'. El estudio, realizado por tres especialistas de nacionalidad neozelandesa, se centra en más de mil mujeres durante 30 años, empezando con una muestra original de 630.

         Los factores que se evaluaron tenían que ver con depresión, ansiedad, pensamientos suicidas, alcoholismo y adicción a las drogas; y se tuvo en cuenta la información sobre nivel socioeconómico, ambiente familiar, antecedentes psiquiátricos, rendimiento escolar, problemas de adaptación en la adolescencia, adicciones, etc.

A nivel psíquico

         Los investigadores tuvieron en cuenta la salud psíquica de mujeres cuando terminó el embarazo y durante cinco años después. Así las cosas, el aumento de trastornos psíquicos en comparación con las mujeres no embarazadas es 1,37 mayor en época de aborto y 1,32 a los cinco años, es decir una de cada tres lo va a experimentar, y le va a durar años. El aborto espontáneo está asociado a un aumento, pero menor en este caso, de riesgo en época del suceso (1,25) pero no a los cinco años donde prácticamente ha desaparecido (1,06). Por el contrario dar a luz no implica variación del riesgo estadísticamente significativa.

         Los autores, ante el supuesto de aborto legal por trastorno psíquico de la madre, afirman que “ningún estudio científico ha hallado que abortar reduzca el riesgo de trastornos psíquicos”. Y este es un dato clave porque el 97% de los abortos que se comenten en España se justifican precisamente por el riesgo para la salud psíquica de la madre. Pero éste no es nada más que el discurso de los charlatanes, porque no solo no está probado que el aborto constituya una terapia, sino que ahora además podemos constatar con datos científicos disponibles algo que ni la recta razón permitía pensar: la ruptura brutal de un proceso natural que imbrica de una manera tan equilibrada y compleja a dos seres humanos, la madre y su hijo, tiene en muchos casos una consecuencia psicosomática grave, que exige tratamiento médico especializado. La ocultación de esta realidad, no solo perjudica a la mujer porque le niega elementos de juicio, sino que impide luego la adopción de las medidas médicas adecuadas para tratar el daño causado.

Aborto y suicidio

         Por eso no es nada irrelevante el siguiente dato: el suicidio, primera causa de muerte femenina en España de 30 a 34 años. Y este hecho tiene entre otros elementos una estrecha relación con el aborto.

         Una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) revela que el suicidio es la primera causa de muerte entre las mujeres de 30 a 34 años. En este sentido puede constatarse a la luz de este trabajo que España sigue el mismo patrón que otros países con altas tasas de aborto, que ven multiplicado por tres el número de suicidios femeninos tras un aborto. Esa tasa se multiplica por siete en comparación con las mujeres que dan a luz, incluso embarazos no-deseados. La prevalencia del suicidio en aquella edad es debido a la elevada incidencia del aborto. Pero estos datos también se censuran. El común de las mujeres desconoce que la propensión al suicidio es siete veces mayor entre quien ha abortado en relación a quien ha tenido el hijo.

         La censura de la caja negra se extiende a otros aspectos fundamentales. Uno de ellos es el de la naturaleza del aborto. Sus imágenes están cuidadosamente vetadas en una cultura de la imagen donde impera la provocación, el mal gusto. Lo único que por lo visto atenta a la sensibilidad hasta el extremo de practicar una censura total es la visualización de un aborto.