Jennifer O´Neill habla de su aborto

Gracias. La experiencia supera a la teoría. Siempre es un honor, después de actuar en más de treinta películas, ir a los programas de O'Reilly o Hannity and Colmes para decir la verdad sobre la vida. Pero cuando intentan que apoye un proyecto político, todo lo que me viene a la memoria es lo que vamos a oír esta noche: la experiencia de las mujeres que han abortado y que el aborto daña a las mujeres. Durante muchos años he negado –como hacen muchas personas– el daño que provoca la rápida solución del aborto.

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Yo aborté: testimonios reales de mujeres que han sufrido un aborto provocado en España.
Sara Martín García

Incomprensión del entorno

        La negación de la realidad me recuerda a la historia de la vaca atropellada por un camión, queda boca arriba en el arcén y después de una semana de agonía, uno le pregunta "¿Cómo se encuentra?" y la vaca responde: "Bien, no es nada".

        Esto es lo que sucede con el aborto, nos dicen que no es nada... y es todo. Tengo unos minutos para contarles mi historia.

        Con 19 años yo ya era madre. Estaba locamente enamorada de un hombre, estaba prometida y quedé embarazada. Yo estaba encantada. La historia de cada aborto es tan personal como nuestro propio ADN. Me emocioné y fui a decirle a mi novio la emocionante noticia de que esperábamos un niño. Pero él dijo: "No, no vas a tener un bebé. Vas a abortar".

        Estaba aturdida y no sabía a dónde ir o qué decir. ¿Por qué no quiere nuestro bebé? Acudí a mis padres para pedir consejo. Yo estaba muy unida a ellos y me dijeron algo que entonces se decía con frecuencia. Eran los años 70 y el aborto ya era legal. Yo entonces no tenía fe en Jesucristo, ni sabía la palabra de Dios sobre el tema. Ellos me dijeron: "No puedes tener un bebé si el padre no lo quiere. Además, con tan pocas semanas aún no es un bebé. Recurrí a mis amigos. Volví al médico y me dijo: haré lo que tú elijas, pero eso que tienes ahora es sólo un grupo de células, una masa de tejidos, una vida en la fosa del infierno. Decir esto hoy sería inadmisible porque con la ecografía podemos ver la humanidad de nuestros bebés.

La dura y común experiencia

        Estaba confusa y abandonada. Supliqué al hombre con quien quería pasar el resto de mi vida, que aceptara tener a nuestro bebé. Durante dos semanas, recibí cada vez más amenazas. El 85% de las mujeres que abortan sufren algún tipo de amenaza, coacción o presión. Yo era débil, y después de dos semanas de presión y amenazas me rendí. Fui al médico. Mi novio me llevó para asegurarse de que abortaba. Lloré durante toda la experiencia, como toda mujer que aborta. Después de abortar, me odié profundamente y pensé que me odiaría toda mi vida. Esto me ocurrió antes de tener fe en Jesucristo. Sin embargo sabía que la mujer no está hecha para matar a sus hijos. Porque eso es lo que sucede: la ola de aborto deja atrás hijos muertos. Los creyentes sabemos que Jesucristo tiene todos nuestros bebés en sus brazos. La consecuencia del aborto es que detrás hay personas derrotadas y olvidadas. La reconciliación, la curación y la plenitud en Jesucristo es eficaz incluso después del aborto. Amén. SÍ

        Ahora tenemos que ser fuertes y claros para que esas personas increíbles que han dejado de quedarse en silencio consigan proclamar la verdad con voz fuerte una vez que hayan aceptado la curación de Jesucristo, que existe incluso para el aborto. Que ellos sepan que hay bebés que están a salvo, y que luchando haremos una diferencia, porque Dios nunca en la vida será derrotado, porque Él resucitó a Jesucristo de entre los muertos. Pasé muchos años recuperándome, como es habitual en una experiencia de este tipo. Abuso de alcohol y drogas, incapacidad para educar a mis hijos, incapacidad de tener relaciones íntimas, depresión, nueve abortos involuntarios para poder tener hijos ¡Oh, Dios mío! No existe una solución rápida. Decid la verdad, Dios los bendiga a todos.