Jesús Poveda: La conciencia en acción
Es psiquiatra, profesor universitario, presidente de Pro-Vida Madrid, presentador del programa televisivo “Con la vida en los talones” en el Canal Popular y anual inquilino de los calabozos de la comisaría de Tetuán (Madrid) (24-3-2006).
Rafael Hidalgo Navarro
El hombre vivo

 

Desde estudiante

         Le veo aparecer con una pequeña mochila al hombro entre los pasajeros que llegan en el AVE. Sobre el traje lleva una cazadora roja con la frase “Elige la vida”. Desde el primer momento asoma una personalidad cordial, serena y alerta. Es Jesús Poveda, psiquiatra, profesor universitario, presidente de Pro-Vida Madrid, presentador del programa televisivo “Con la vida en los talones” en el Canal Popular y anual inquilino de los calabozos de la comisaría de Tetuán (Madrid). Este último “timbre” lo ha conseguido manifestándose periódicamente frente al abortorio Dator de Madrid en señal de protesta por lo que allí dentro está sucediendo, y lo que sucede es que cada año acaban con la vida de más de 8.000 bebés. Las cifras en nuestro país ya alcanzan los 85.000 abortos anuales y el número continúa incrementándose.

        Desde que en su época de estudiante universitario se comprometiera con la defensa de la vida de los no nacidos este madrileño, que está a punto de cumplir los 50, ha acumulado innumerables experiencias.

        “Cada uno tiene sus comienzos, el mío fue en Ginecología de La Paz en 1983. Yo estaba terminando la carrera, momentos antes de que la carrera acabara conmigo” (añade con humor). Por aquel entonces había saltado al debate público la posibilidad de legalizar el aborto. Nos explica cómo tras practicar un legrado a una mujer que había sufrido un aborto espontáneo se quedó solo contemplando al embrión muerto. “Entonces me propuse ser una de esas personas que dan voz a los que no tienen voz, ni voto, ni entran en las estadísticas.”

La verdad que se oculta

        Desde aquel momento se implicó en distintas actividades a través de Jóvenes Pro-Vida. Por un lado en el ámbito asistencial, asesorando y ayudando a mujeres embarazadas que pensaban abortar. “Dice el Talmut que quien salva a un hombre salva a la humanidad; yo considero que he salvado a parte de la humanidad, he salvado a mujeres que iban a abortar. Yo alardeo de tener más de un centenar de “ahijados”, algunos incluso de «pila»”. Es tan terrible para una madre pensar que ha podido poner en peligro la vida de su hijo que al cabo de los años les cuesta reconocer incluso que iban a abortar. “Cuando le das la vuelta a ese terrible camino y el niño nace, las madres crean un mecanismo de defensa por el cual no reconocen que iban a abortar”.

        Otro ámbito al que se ha dedicado es el de la formación. “Siempre he dicho que dejan de abortar los que dejan de ignorar. Conocer cosas te hace más libre y los libres abortan menos. En los centros abortistas a las madres no les dejan ver las ecografías ni oír los latidos del corazón de sus hijos, y es que si les dejan no abortan.”

        El tercer aspecto en el que se ha implicado es el de la denuncia. De los tres supuestos que recoge nuestra legislación para autorizar un aborto (violación, malformación del feto y daños psicológicos para la mujer) la inmensa mayoría se amparan en el que hace referencia a la salud psíquica de la madre. Dicho supuesto se ha convertido en un auténtico coladero que permite realizar cualquier aborto. “Desde mi condición de médico y de profesor de Psicología Médica, tengo perfecta constancia de que ese 90% de abortos se acogen a una gran mentira que se hace creíble gracias a la complicidad activa y pasiva de muchos: unos callan, mientras dejan hacer a otros.

Sin miedo y con miedo

        Cuando vino la Ley del Aborto yo era de los más contrarios, pero una vez que está por lo menos que se respete”.

         Y es que Poveda y los abogados de Pro-Vida llegaron a denunciar al Fiscal General del Estado, Leopoldo Torres, por prevaricación. “Una mujer a la que habían practicado un aborto sufrió hemorragias e infecciones y denunció a la clínica –nos cuenta–. El juez para comprobar si esa clínica actuaba de modo irregular mandó a una pareja joven de policías judiciales haciéndose pasar por novios; los de la clínica los citaron para una semana después. Cual fue su asombro cuando a la semana siguiente si no aclaran que son policías a ella la hacen abortar sin ni siquiera estar embarazada. El juez vio claros indicios de ilegalidad y cuando se estaba tipificando el delito, que es lo que hace la fiscalía, el Fiscal General del Estado mandó archivar rápidamente aquello” Poveda y sus compañeros demandaron al Fiscal General. “La demanda estaba muy bien soportada y fue aceptada a trámite, la redactó un abogado que se llama Benigno Blanco. Se nos dio una contestación paradójica que cuando la recuerdo no puedo dejar de esbozar una sonrisa. Decía que si bien eran ciertos uno tras otro todos los hechos que se aportaban y se documentaban, no era menos cierto que el Fiscal General del Estado no puede prevaricar porque él es quien dice quién prevarica y quién no. Es como si nos dicen que el director de un banco no puede robar porque es el director, cuando es precisamente quien mejor puede robar”.

        Las ideas le brotan rápidas y nítidas como destellos, a menudo salpicadas por sabrosas anécdotas. No podemos dejar de preguntarle por qué ante una realidad tan dramática como la del aborto no se existe una reacción social en nuestro país.

        “Yo creo que a veces no somos valientes. Las personas valientes no son las que no tienen miedo sino las que tienen miedo y lo superan; y yo creo que a la sociedad española le falta un poco de valentía. Cuando una cosa está mal hay que decirlo, no puede uno aceptarlo y decir «qué le vamos a hacer». A mí me parece que ha habido un conformismo muy fuerte con una ley tan tremendamente injusta como la Ley del Aborto.

Porque están solas

        Con el tiempo, y esto es una hipótesis de trabajo, las cosas van a acabar volviendo al respeto a la mujer embarazada y a proteger al pequeño no nacido; pero tan al final que ya hemos pagado muchos miles de muertos. De hecho en muchos ayuntamientos españoles se ha puesto en marcha Red Madres, donde cualquier mujer por el hecho de estar embarazada puede ser al menos informada y ayudada no sólo económicamente, que es importante pero es sólo un aspecto, sino también psicológicamente, médicamente y socialmente.

        El gran número de abortos que hay en España en gran medida son por una especie de rechazo social que lleva a las mujeres a sentirse solas, y es precisamente lo que hay que evitar, la soledad, porque dejan de abortar muchas mujeres cuando se dan cuenta de que no están solas”.

        ¿No da la sensación de que hay una especie de código de silencio para no hablar de estos temas, para dejar hacer?

        “La Ley del Aborto en sí misma es tan terrible y poderosa, es tan anestésica que crea un efecto que yo le llamo “agujero negro” y es que cada persona que ha abortado genera a su alrededor (en el marido, el anestesista, el acompañante o familiar, el médico...) una especie de zona que lo que hace es chupar energía; la gente se queda incapaz de defenderse, de levantar la voz a no ser que pase el tiempo. Al estar «tocada» prefiere no hablar de eso, y han tenido que transcurrir tristemente veinte años de aborto en España para que se cree una asociación que se llama Asociación de Víctimas del Aborto.

Todo por dinero

        Otro problema es que las sociedades del bienestar quedan muy anestesiadas por su bien-estar, y no por su bien-ser. La sociedad española es más opulenta que nunca en riqueza material, pero más pobre que nunca en riqueza espiritual. «Mi hija tiene que abortar porque se ha comprado una casa y está pagando un coche», eso lo he oído yo esta semana. La gente que tiene mucho no quiere perder nada y en la lucha del aborto se pierde todo. Te puedo decir que he sufrido bastantes perjuicios económicos, que he sido obligado a pagar las costas de un juicio donde había muerto una mujer por un aborto practicado en circunstancias harto negligentes, y ascendían a millones de pesetas. En el aborto se invierte mucho dinero y se invierte mucha vida humana.”

        Pero mientras a los defensores de la vida les cuesta dinero, los abortistas se enriquecen. Poveda nos cuenta cómo el médico propietario de un centro abortista le confesó en una ocasión: “Mira Jesús, a veces me sorprendo de lo que soy capaz de hacer por dinero”. Y es que el aborto mueve muchísimo dinero en España. Si cada aborto supone un promedio de 800 € esto representa que una clínica mediana que practica unos 2.000 al año factura un millón seiscientos mil euros.

        Aún así considera que hay razones para la esperanza. Algo está cambiando. “Soy profesor en una universidad pública en Madrid; tengo 200 alumnos y explico una asignatura que se llama Psicología Médica. Cada curso les pido un trabajo sobre su héroe. Cerca de 40 alumnos, o sea un 20 por ciento, han elegido a Juan Pablo II o a la Madre Teresa que son sin duda las personas más defensoras de la vida humana en estos últimos años”.

Todos podemos

        Para finalizar le brindamos la posibilidad de decirnos algo a los profanos, a quienes no sabemos de leyes o de medicina. ¿Qué podemos nosotros hacer en favor de la vida?

        “La lucha por la vida es una lucha global, donde todo el mundo puede hacer algo. No es un tema de abogados, de médicos o de enfermeras. A mí cuando me dice la gente: «es que yo no puedo hacer nada», yo digo «sí puedes». Las personas que tenemos creencias firmes sabemos que una oración puede ser muy potente, y luego además de la oración la acción. La acción es muy importante. La acción es una sonrisa a una mujer que está embarazada y que te cruzas por la calle; es la ayuda económica a una asociación pro-vida; es un apoyo a una compañera de trabajo embarazada; es la felicitación al director de un programa de televisión que trata respetuosamente la figura de la mujer embarazada; es el apoyo incondicional a un sacerdote que habla en sus homilías del respeto a la vida y la gente le critica.

         A mí me parece que el que no aporta soluciones forma parte del problema. La gente que se queja y no hace nada en realidad está siendo abortista. No hay que caer en la queja estéril. Es precisa la acción con amplitud, desde la oración al apoyo económico o la implicación personal.”

        Conversar con Jesús Poveda ha sido un soplo de aire fresco. Parte con la misma alegría con la que llegó, cargado con su mochila, sólo que ahora ya sabemos qué lleva dentro: toneladas de optimismo y amor a la vida.