Exhibicionismo abortista
Los abortos, aunque en alta mar, tuvieron una contestación ciudadana importante.
17.10.2008 Las Provincias
La mano de Dios. Autobiografía y conversión del llamado "rey del aborto"
Bernard Nathanson

 

 

 

 

A costa de vidas inocentes

        El puerto de Valencia fue escenario ayer de una jornada cargada de tensión provocada por el amarre del barco de la organización holandesa "Mujeres sobre las olas", en el que se realizan abortos. Miembros de Provida intentaron fletar embarcaciones para mostrar en el mar su rechazo al atraque del velero –que tiene previsto realizar hasta 14 abortos fuera ya de las aguas territoriales españolas– pero las autoridades portuarias se lo impidieron. Por su parte, la Policía Local no dio permiso a las entidades feministas para montar una fiesta de bienvenida a la nave, si bien un grupo de simpatizantes de la causa se concentraron en los muelles para recibirla.

        La polémica llegada de este velero, que ha sido bautizado por las organizaciones contrarias al aborto como el barco de la muerte, se produce a las pocas semanas de que el Gobierno lanzara a la opinión pública su pretensión de ampliar la vigente legislación sobre el aborto e indicara que espera encontrar el mayor consenso posible en esta materia. Una pretensión que nace viciada, pues difícilmente va a poder recabar apoyos una norma que, en síntesis, aspira a implantar el aborto libre d seurante los primeros meses del embarazo, una idea que choca frontalmente con los sentimientos y las creencias de gran parte de la población española.

        Pero lo que más llama la atención de esta actuación mediática del polémico barco es el exhibicionismo a costa de lo que no deja de ser una tragedia, una terrible pérdida para las mujeres que, por las razones que sean, acaban sometiéndose a un aborto. Resulta especialmente chirriante el afán festivo y las ganas de llamar la atención de los que se dicen simpatizantes de una causa en la que nadie gana y todos pierden, pero, sobre todo, los cientos de miles de niños que ven interrumpido su camino a la vida. Y produce repugnancia que algunos famosos, que han hecho de su afición a la pancarta un modo de vida, intenten conseguir cuota de pantalla situándose con una sonrisa en los labios ante un barco manchado de sangre inocente.

        El debate sobre el aborto exige prudencia, respeto y argumentos. La presencia de un barco provocador que con unas condiciones sanitarias más que dudosas realiza abortos de hasta siete meses no es precisamente la mejor manera de intentar ganar adeptos a la causa, si es que de eso se trata. A no ser que los dirigentes de la organización holandesa y quienes la apoyan en España consideren que acabar con la vida de un niño merece la celebración de una fiesta en el puerto de Valencia.