La web del Foro Andaluz de la Familia
un recurso más para cambiar el mundo

Son mucho los que piensan que es el hombre el que tiene que cambiar el mundo, pero no se refieren a esos grandes pensadores, ni a los políticos, ni a los poderosos; ni siquiera a los hombres que componen los gobiernos supranacionales. Se refieren a "la gente de a pié" y creen que ha llegado la hora de que esos hombres corrientes tomen más protagonismo.
Más allá del sí, te quiero
Aníbal Cuevas

 

 

 

 

Porque es indigno obedecer leyes injustas

        No hay que hacer análisis sociológicos muy profundos, para darse cuenta de que los acontecimientos que se están produciendo en España, han provocado, como consecuencia inmediata, una reacción de la sociedad civil, fenómeno éste altamente positivo. Cuando el Estado se ha decidido, sin tapujos, a conculcar derechos fundamentales del ciudadano o a crear leyes injustas, que suponen atentados contra la vida o la familia, el españolito "de a pié" está dando un excelente ejemplo de ciudadanía, desconocido hasta ahora en nuestro país. Su fuerza, su ejemplo y su valentía ante el poder inmenso del Estado y de la mayoría de los medios de comunicación, hacen de él un modelo de de ciudadano activo, democrático y responsable.

        En este contexto de reacción ante una sociedad aburguesada, donde parece que nunca pasa nada, nace el Foro Andaluz de la Familia, queriendo ser la voz ante la sociedad andaluza, los medios de comunicación y las administraciones públicas: su medio de difusión es la Web www.forandaluzfamilia.org.

        Decía Gandhi que "EN CUANTO ALGUIEN COMPRENDE QUE OBEDECER LEYES INJUSTAS ES CONTRARIO A SU DIGNIDAD HUMANA, NINGUNA TIRANÍA PUEDE DOMINARLE".

        Como decimos en la presentación de la Web, a través de un simpático vídeo familiar (¿quiénes somos? ), somos una Asociación aconfesional que pretende aunar voluntades, para impulsar los valores familiares y ayudar, en la medida de lo posible, a hacer de nuestro hogar un espacio de libertad, entendimiento y solidaridad; una auténtica escuela para la vida y para la mejora de la sociedad.

        Estamos convencidos de que es la persona, dentro de la familia, la que es capaz de cambiar nuestra sociedad, si lucha sin desmayo por defender sus convicciones. Porque el camino para una efectiva humanización de nuestra sociedad pasa indefectiblemente por un desarrollo armónico de los derechos del hombre y de la familia, ya que, en último término, las personas y la sociedad se articulan en la familia.

        Somos conscientes del tiempo que nos ha tocado vivir, no exento de dificultades. Por ello se hace necesario adoptar posturas de compromiso acordes con el signo de los tiempos. El futuro de una sociedad humanizada, es inconcebible al margen de una revalorización y apoyo a la familia, la mejor escuela de la vida y crisol de todos los valores cívicos.

Para una presencia activa

        La familia –como afirma nuestro manifiesto– constituida por la unión matrimonial entre un hombre y una mujer, es mucho más que una unidad jurídica, social y económica. Es, ante todo, una comunidad de amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza y transmisión de los valores –culturales, éticos, sociales, espirituales, etc.– esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios miembros y de la sociedad en general.

        La familia –siguiendo con nuestro manifiesto– es una institución de origen natural, con prevalencia del carácter unitario de amor y vida, que la convierte en una institución social basada en lazos de relación derivados del matrimonio o de la adopción, lo que conduce a que, tanto la persona como la sociedad, se articulen familiarmente para ofrecer un sólido recurso a la sociedad.

        Hoy más que nunca la sociedad necesita de nuestra presencia activa. No sólo para denunciar y frenar –con nuestra resistencia cívica– las injusticias, los delitos que se cometen contra la dignidad de la persona; delitos contra su integridad moral o física; la ausencia de libertad debido, en parte, al fomento de la ignorancia; las coacciones e injerencias a las que nos tiene acostumbrados el Estado, sino para defender y enseñar valores innegociables, como son la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, la importancia de la familia o el derecho a la educación, tan vulnerados en nuestro país.