Cómplices por su silencio
Magaly Llaguno
Directora Ejecutiva de VHI
www.vidahumana.org
Arquitectos de la cultura de la muerte
Donald De Marco, Benjamin D. Wike

 

 

Tremendo, de sobra conocido e indiferentes de hecho

        Después que una activista provida de EEUU, llamada Penny Lea, terminó su discurso durante una reunión, un anciano se le acercó y llorando le dijo: “Yo vivía en Alemania durante el holocausto Nazi y me consideraba caristiano. Asistía a la iglesia desde que era pequeño. Habíamos escuchado relatos sobre lo que les estaba sucediendo a los judíos, pero al igual que muchas personas en EEUU hoy en día, tratamos de distanciarnos de la realidad de lo que estaba sucediendo” [1].

        El anciano también le contó a Penny, que durante los servicios religiosos a los cuales él asistía, todos oían el ruido de un tren y que, un domingo, todos se perturbaron mucho, porque escucharon gritos al pasar el tren por detrás de la iglesia donde se encontraban. Se dieron cuenta entonces de que el tren transportaba a judíos a los campos de concentración como si fueran ganado, y que allí, en esos centros de muerte, serían asesinados.

        Semana tras semana aquel tren pitaba, y los que estaban en la iglesia odiaban escuchar ese sonido, porque sabían que después escucharían también los gritos de los judíos que iban en el tren hacia los campos de muerte. Para no escucharlos, cantaban los himnos religiosos mucho más alto. Cuenta el pobre anciano: “Han pasado los años y nadie habla de esto, pero todavía oigo en sueños el silbido de ese tren y escucho los gritos pidiendo auxilio; que Dios nos perdone a todos los que decíamos que éramos ‘cristianos’, y sin embargo no hicimos nada por intervenir.” Y concluyó el anciano : “Hoy en día, muchos años más tarde, veo que está sucediendo lo mismo aquí en EEUU; que Dios perdone a los norteamericanos que han bloqueado de sus oídos los gritos de millones de sus niños; el holocausto ha sucedido también aquí.” Y yo aclaro que el anciano se refería a los “gritos silenciosos” de los que están siendo exterminados por el aborto provocado, legalizado por el Tribunal Supremo hace 35 años, el 22 de enero de 1973.

        “Quien ama mucho hace mucho”, nos dice Tomás Kempis en “La imitación de Cristo”. Los que vivimos en EEUU, amamos a Dios y amamos la vida, no podemos permanecer cruzados de brazos, mientras mueren debido al aborto en dicha nación más de 3,600 bebés diariamente.

Lo que podemos hacer

        El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. Desde 1973 hasta el 2008, han muerto más de 40 millones de bebés concebidos, antes de que pudieran nacer [2]. ¡El número de víctimas del aborto en esta nación ha soprepasado el de todas las guerras que se han librado en nuestro planeta! Se trata de un verdadero holocausto, muchísimo mayor que el que tuvo lugar en la Alemania Nazi.

        La legalización del aborto en EEUU ha aumentado el número de abortos [3]. Dicho país, donde los anticonceptivos de todo tipo abundan, tiene uno de los más altos índices de aborto en el mundo entero [4].

        Por este medio les hago un llamado a las personas que están leyendo este artículo, para que ayuden a salvar niños del aborto. En el portal en la Internet www.vidahumana.org de Vida Humana Internacional (VHI), podrán encontrar abundantísima información que pueden utilizar para educar sobre el tema.

        Por último, quiero utilizar esta oportunidad para felicitar a todas aquellas personas que han trabajado por muchos años y que todavía trabajan en el movimiento provida en EEUU y a través del mundo entero. En EEUU, por ejemplo, existen cientos de organizaciones provida, y se han establecido más centros de ayuda a la mujer embarazada que clínicas de aborto: más de 3,000. En los demás países de este hemisferio y en el otro hemisferio, se está trabajando también arduamente. Damos gracias a Dios por todos estos valientes defensores de la vida humana y rogamos a Él que bendiga abundantemente todos sus esfuerzos.

 

Notas:

[1]. La historia que la autora cuenta en este artículo es verdadera y fue publicada en un folleto titulado “Sing a little louder”, de Heritage House ’76, Inc., Tel: 1-800-858-3040.

[2]. “Abortion at UNC – An investigation of Abortion Practices at the University”, Ann Howell Brown, enero del 2006, Carolina Review, http://www.unc.edu/cr/features/abortion-at-unc.html.

[3]. “Abortions Annually & Trends”, http://realweb.ifastnet.com/stats.html#misc.

[4]. “US vs. Other Countries”, http://realweb.ifastnet.com/stats.html#misc.